jueves, 25 de abril de 2013

¿A qué dedicamos nuestro tiempo los psiquiatras?




En la foto, un colega nuestro tratando de detener, infructuosamente, el tiempo...



¿A qué dedican su tiempo los psiquiatras? Es una amplia pregunta que linda con lo indiscreto y nada sencilla de contestar, habría que encuestarnos nosotros mismos y ver cuán veraces serían nuestras respuestas: vida familiar, trabajo asistencial público, consulta privada, investigación científica, pasatiempos, quehaceres domésticos, ocio, educación médica continua... ¿Y cómo repartimos  los respectivos porcentajes?

Incapaces de contestar esta pregunta pues no existen las evidencias respectivas, ofrecemos solamente un par de viñetas provenientes de la vida y legado de Honorio Delgado en relación a cómo distribuía su tiempo él: a lo mejor podrían servirnos de inspiración:

Viñeta 1:
Una de las últimas obras que dio Don Javier Maríátegui a la estampa fue un álbum de recuerdos y viñetas anecdóticas sobre toda una época de la psiquiatría peruana en la primera mitad del siglo pasado. De la mano de la evocadora figura de Don Juan Francisco Valega (1895-1988), de quien Mariátegui fue discípulo, el escriba despliega un ameno desfile de personalidades y situaciones que retratan vivamente la cotidiana historia de la actividad médica asistencial y académica en la capital peruana en la época señalada. 

En "Juan Francisco Valega y la Lima de su tiempo" figura una veraz anécdota sobre la espartana vivienda estudiantil de Don Honorio Delgado, de quien orondamente ahora nos reclamamos nietos. Escribe Mariátegui: "La amistad con Valega se remonta a los tiempos en que era Honorio estudiante de Medicina. He recordado en otro lugar cómo se dio el primer contacto, indirecto, entre Valega y Delgado, al visitar aquél el cuarto de la pensión donde vivía éste. Vale la pena reproducir el párrafo: "Preguntó Valega quién ocupaba el otro extremo, 'un estudiante de medicina, arequipeño, Honorio Delgado'. Era una pieza austera, pulcramente mantenida. Un librero y una mesa completaban el mobiliario. En la cabecera del lecho llamó la atención de Valega, en lugar de la clásica estampa devota, un horario de las actividades cronológicamente ordenadas. Desde ese pequeño detalle se puede seguir la pista de quien utilizara el tiempo de la manera más eficaz y su vida, en general, como un permanente ejercicio de disciplina". 







Viñeta 2:

Don Honorio Delgado finiquitó sus días terrenales habitando un departamento decoroso ubicado en el quinto piso del edificio hasta ahora existente en la esquina de las avenidas Paseo Colón y Garcilaso de la Vega (antes llamada Wilson), y anexo a su vivienda tenía dispuesto su consultorio particular. Un recetario suyo conservado desde aquella época nos permite conocer el horario que Don Honorio dedicaba a la atención de su clientela privada: 






Ampliando la imagen apreciamos (aparte de la ausencia de rimbombantes títulos, pasantías o cargos al pie del nombre de Don Honorio) lo que reza dicho rol: "Martes, jueves y viernes, de 3 a 5", tal era el horario de consulta privada del Dr. Delgado, seis escasas horas semanales...

Alguna vez preguntamos a nuestro maestro el Dr. Grover Mori, quien también tenía un discreto consultorio de cuarto piso en el mesocrático distrito de Lince, porqué habiéndose él formado en Alemania e Inglaterra -al lado de Kretschmer, nada menos-, habiendo sido discípulo predilecto de Don Honorio, habiendo sido profesor principal en renombradas universidades y destacadísimo miembro de prominentes asociaciones, porqué no había medrado él con un lujosa oficina, un flamante vehículo, como disputado y cotizado KOL, como poseedor de multitudinaria clientela, en fin, como el reconocido arquetipo de profesional de éxito, prestigio y nombradía que el común de gente imaginamos...

Y él, sonriendo bonachonamente, hasta con picardía, nos narró el caso de Don Honorio, reconocidísimo psiquiatra en todo el ámbito hispanoamericano y mundial, médico sabio como pocos o ninguno, que mantuvo su consultorio de quinto piso y nunca quiso atosigarse de clientes particulares por acaudalados que fuesen, como fácilmente podría haber logrado con la obtención de pingües dividendos, y repitió el consejo que el mismo Dr. Delgado le había dado: "Doctor, un consejo, no se llene Ud. de pacientes..."

Todos recordamos el capítulo sobre el tiempo anímico del Curso de Psiquatría de Honorio Delgado, acerca de esa sutil e imprescindible ligazón entre el ánimo y el tiempo vivenciado, usualmente poco explorada y poco conocida. Los síntomas mentales y la vida psíquica, como sabemos, no ocurren en el espacio sino en el tiempo, y la manera cómo usamos nuestro tiempo, qué obtenemos de él y su trascendencia (no sólo el beneficio crematístico)... es asunto peliagudo, sin duda, y nuestro. 

Allí nos queda el recuerdo de Don Honorio...





1 comentario:

Unknown dijo...

Don Honorio. Su Curso de Psiquiatría es difícil de entender, pero vale la pena intentarlo.